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Ahlem Özdemir es voluntaria de la Cruz Roja que enseña clases de costura a mujeres migrantes en la comunidad de Moerwijk, Países Bajos. (Cruz Roja Países Bajos, 2017)

Voluntarios y voluntarias cosen semillas de resiliencia en sus comunidades

Aprovechando la evidencia sobre buenas prácticas, el próximo Informe sobre el Estado del Voluntariado en el Mundo será una herramienta importante que las organizaciones podrán utilizar en sus actividades y debates con encargados de la adopción de políticas que pueden llevar a un mayor reconocimiento del voluntariado como un activo dedicado al desarrollo.

Ahlem Özdemir es una modista muy talentosa que vive en la comunidad multicultural de Moerwijk, un vecindario diverso cerca de La Haya en los Países Bajos.  Durante los últimos 10 años, ha pasado dos días a la semana enseñándole a mujeres migrantes cómo fabricar y modificar su ropa. El año pasado ganó el premio “Hero of The Hague” [héroe de La Haya] en la categoría de Cultura por su trabajo. 

Con una alta población migrante y de adultos mayores, la comunidad de Moerwijk enfrenta problemas de discriminación y falta de solidaridad entre sus residentes. La Cruz Roja de Países Bajos trabaja con voluntarios y voluntarias como Ahlem para ayudar a que la comunidad pueda desarrollarse y ser más autosuficiente.

Me sorprendió que aunque las personas provengan de distintos caminos en la vida y tengan distinto origen étnico, comparten una relación cercana gracias a las actividades de voluntariado que se desarrollan en el lugar.   

“Combinar una actividad mientras se habla holandés ayuda a los residentes a aprender el idioma, establecer redes y complementar sus finanzas”, indicó Ahlem. Algunas de estas actividades incluyen clases de costura, primeros auxilios y cursos de autodefensa. También ofrecen apoyo para llenar documentos importantes.

Conectando voluntariado y resiliencia

Bahar Azizi se graduó hace poco de psicología y es una nueva voluntaria de la Cruz Roja en los Países Bajos. Con su formación académica, Bahar utiliza su experiencia en investigación para recolectar datos sobre el impacto que tiene el voluntariado en la resiliencia o la capacidad de anticipar, afrontar y recuperarse de crisis externas.  

“Recibí una cálida bienvenida cuando llegué al centro de barrio de la Cruz Roja, que también se conoce como la tienda del barrio, donde se reúnen los miembros de la comunidad. Me sorprendió que aunque las personas puedan venir de distintos caminos en la vida y tener distinto origen étnico, comparten una relación cercana gracias a las actividades de voluntariado que se desarrollan en el lugar”, afirmó Bahar.

Bahar forma parte de un grupo de 24 investigadores de campo desplegados por el programa de Voluntarios de las Naciones Unidas en 15 comunidades frágiles y posconflicto para la próxima edición del Informe sobre el Estado del Voluntariado en el Mundo.  

El próximo informe intentará comprender cómo fortalecer la contribución del voluntariado para una respuesta más amplia y para llevar a cabo esfuerzos en torno a la construcción de resiliencia, además de lograr complementariedad a través del desarrollo de políticas como parte de una agenda de resiliencia más extensa.

Una característica única de este informe es que se trata de una investigación dirigida por voluntarios y voluntarias. En ella, se aprovecha la experiencia y también la evidencia de las buenas prácticas involucrando a los voluntarios y voluntarias como parte de un proceso de metodologías de investigación aplicada.   

La FICR [Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja] y la Cruz Roja, además de las sociedades de la Media Luna Roja de los Países Bajos, Burundi y Egipto actualmente contribuyen a esta edición al apoyar puestos para voluntarios y voluntarias así como la investigación y documentación de todos los tipos de trabajo voluntario.  

Hacia una comunidad resiliente

Bahar afirmó que no puede haber comunidades resilientes sin personas resilientes: “Cuando los miembros de la comunidad comienzan a reunirse, establecen amistades, lo que en consecuencia amplía su red, permitiéndoles aprender unos de otros y fomentar la confianza”, comentó y agregó: “estos son factores fundamentales para construir resiliencia”.

Otro curso muy popular orientado a la resiliencia dictado por voluntarios y voluntarias es un taller sobre cómo actuar en situaciones potencialmente peligrosas. Este curso de cuatro días incluye una dramatización con los residentes, quienes deben actuar en situaciones hipotéticas como robos, fraudes, inundaciones y otras circunstancias potencialmente peligrosas. Los voluntarios y voluntarias, junto con oficiales de policía, guían a los residentes y los aconsejan sobre las formas más efectivas de responder.  

“El voluntariado construye puentes y es una fuente de fortaleza, resiliencia, solidaridad y cohesión social para la comunidad”, afirmó Bahar y agregó: “En el caso de la comunidad Moerwijk, acciones como enseñarles a los residentes a coser su ropa o a cómo actuar en situaciones de emergencia los preparan para prevenir y sobrevivir a condiciones que de otra forma serían devastadoras”.

Este caso es solo uno de los muchos ejemplos del potencial del voluntariado para construir resiliencia de manera local, nacional y global. Durante los próximos seis meses, investigadores voluntarios de todas partes del mundo trabajarán en la generación de datos, evidencia e historias comunitarias para el Informe sobre el Estado del Voluntariado en el Mundo.

Al recolectar evidencia sobre las buenas prácticas, el próximo informe será una herramienta importante para que las organizaciones, incluidas la FICR y la Cruz Roja, además de las sociedades de la Media Luna Roja, las utilicen en sus actividades y debates con encargados de la adopción de políticas que pueden llevar a un mayor reconocimiento del voluntariado como un activo del desarrollo.

The next State of the World's Volunteerism Report will be launched in 2018.