La Voluntaria Nacional Especialista en Comunicación, María José Lazo, durante una actividad de sensibilización sobre el medio ambiente. (Programa VNU, 2013)

El voluntariado, un estilo de vida

Ser voluntaria es un estilo de vida que conduce cada una de mis acciones, dentro y fuera de casa, teniendo como principios básicos la solidaridad, aceptar y comprender que existen diferentes puntos de vista, pero sobre todo la motivación de llegar a creer que cada uno de nosotros tiene el poder interior necesario para transformar las debilidades en oportunidades, así como cambiar la realidad negativa de nuestro entorno.

Quito, Ecuador: Desde que empecé mi experiencia como voluntaria hace ocho años, nunca me imaginé que este tipo de experiencia podría cambiarme la vida. Compartí con personas de diferentes realidades que me enseñaron mucho más de lo nunca pude imaginar.

Ser voluntaria es un estilo de vida que conduce cada una de mis acciones, dentro y fuera de casa, teniendo como principios básicos la solidaridad, aceptar y comprender que existen diferentes puntos de vista, pero sobre todo la motivación de llegar a creer que cada uno de nosotros tiene el poder interior necesario para transformar las debilidades en oportunidades, así como cambiar la realidad negativa de nuestro entorno.

Ser Voluntaria de las Naciones Unidas, y ejercer mi profesión de comunicadora social a través del voluntariado, me ha permitido fortalecer iniciativas y proyectos que buscan generar desarrollo social y ambiental en el país, pero sobretodo visibilizar que el aporte de un voluntario en diferentes campos tiene un valor importante, que sobrepasa el de un reconocimiento personal o un reconocimiento económico.

Cada voluntario que pude conocer durante mi asignación me demostró que todos los que nos dedicamos al voluntariado tenemos una pasión interna y una dedicación que hace que nuestras acciones no sean un trabajo, sino una entrega de corazón que lo único que busca es beneficiar a todos a su alrededor.

Durante mi asignación, pude conocer a personas extraordinarias cuyas vulnerabilidades y pobreza nunca fueron un obstáculo para buscar cambios en el beneficio no solo de ellos, sino de toda la comunidad. El trabajo voluntario, a través de las Juntas de Agua y de los Clubes Ecológicos, logró sensibilizar a las comunidades sobre la importancia que tienen la conservación del agua y el cuidado del ambiente para evitar la contaminación y los impactos del cambio climático.

Participar de estas experiencias me motiva a seguir contribuyendo en la promoción del voluntariado a nivel local y nacional.

El voluntariado es para mí como el aire que respiro diariamente, el motor que me impulsa a dar más, a aportar más; la energía que ha logrado que me convierta en una mejor persona, más sabia y más fuerte.

Ser Voluntaria de Naciones Unidas me ha permitido, sobre todo, crecer como ser humano. No solo perfeccionar mis conocimientos profesionales, sino creer que el cambio es posible y que cada aporte es un granito de arena más para construir un mundo mejor de paz y de justicia para todos.